Friday, February 19, 2010

Biografía: José Angel Buesa, nacido un 2 de septiembre de 1910. En Cruces, ciudad de la antigua provincia de Las villas, ahora Cienfuegos, Cuba.




Comienza en el mundo de la poesía a los 7 años de edad, edad a la que empieza a escribir sus primeros versos. Al llegar a la adolescencia, marcha a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio ambiente de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta y este empieza a plasmar en sus versos la magia destelleante del paisaje que lo rodea. Aun joven, deja a Cienfuegos para irse a trabajar a la Habana, donde la rutina de su empleo le da tiempo para tomar parte activa en los grupos literarios existentes en aquel entonces.



Por ese entonces empieza a publicar sus libros, Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949).



Buesa se ve obligado a abandonar cuba para empezar una peregrinacion por varios paises, España, Islas Canarias El Salvador, y Santo Domingo Republica Dominicana donde muere en 1982.





Arte poética

Ama tu verso, y ama sabiamente tu vida,

la estrofa que más vive, siempre es la mas vivida.

Un mal verso supera la más perfecta prosa,

aunque en prosa y en verso digas la misma cosa.



Así como el exceso de virtud hace el vicio,

el exceso de arte llega a ser artificio.

Escribe de tal modo que te entienda la gente,

igual si es ignorante que si es indiferente.



Cumple la ley suprema de desdeñarlas todas,

sobre el cuerpo desnudo no envejecen las modas.

Y sobre todo, en arte y vida, sé diverso,

pues sólo así tu mente revivirá en tu verso.




Balada del loco amor I


No, nada llega tarde, porque todas las cosas

tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;

sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,

cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío

saben secretamente que no hay amor tardío.

Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,

la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.

Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,

pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.



II



Amor, el niño loco de la loca sonrisa,

viene con pasos lentos igual que viene a prisa;

pero nadie está a salvo, nadie, si el niño loco

lanza al azar su flecha, por divertirse un poco.

Así ocurre que un niño travieso se divierte,

y un hombre, un hombre triste, queda herido de muerte.

Y más, cuando la flecha se le encona en la herida,

porque lleva el veneno de una ilusión prohibida.

Y el hombre arde en su llama de pasión, y arde, y arde

Y ni siquiera entonces el amor llega tarde.



III



No, yo no diré nunca qué noche de verano

me estremeció la fiebre de tu mano en mi mano.

No diré que esa noche que sólo a ti te digo

se me encendió en la sangre lo que soñé contigo.

No, no diré esas cosas, y, todavía menos,

la delicia culpable de contemplar tus senos.

Y no diré tampoco lo que vi en tu mirada,

que era como la llave de una puerta cerrada.

Nada más. No era el tiempo de la espiga y la flor,

y ni siquiera entonces llegó tarde el amor.




Balada del mal amor


Qué lástima muchacha,

que no te pueda amar.

Yo soy un árbol seco que sólo espera el hacha,

y tú un arroyo alegre que sueña con el mar.



Yo eché mi red al río…

Se me rompió la red…

No unas tu vaso lleno con mi vaso vacío,

pues si bebo en tu vaso voy a sentir más sed.



Se besa por el beso,

por amar el amor…

Ese es tu amor de ahora, pero el amor no es eso,

pues sólo nace el fruto cuando muere la flor.



Amar es tan sencillo,

tan sin saber por qué…

Pero así como pierde la moneda su brillo,

el alma, poco a poco, va perdiendo su fe.



¡Qué lástima muchacha,

que no te pueda amar!

Hay velas que se rompen a la primera racha,

¡y hay tantas velas rotas en el fondo del mar!



Pero aunque toda herida

deja una cicatriz,

no importa la hoja seca de una rama florida,

si el dolor de esa hoja no llega a la raíz.



La vida, llama o nieve,

es un molino que

va moliendo en sus aspas el viento que lo mueve,

triturando el recuerdo de lo que ya se fue…



Ya lo mío fue mío,

y ahora voy al azar…

Si una rosa es más bella mojada de rocío,

el golpe de la lluvia la puede deshojar…



Tuve un amor cobarde.

Lo tuve y lo perdí…

Para tu amor temprano ya es demasiado tarde,

porque en mi alma anochece lo que amanece en ti.



El viento hincha la vela, pero la deshilacha,

y el agua de los ríos se hace amarga en el mar…

¡Qué lástima muchacha,

que no te pueda amar




!Elegía para mí y para ti


Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,

y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.

Un año y otro año caerán como hojas secas

de las ramas del árbol milenario del tiempo,

y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,

se alejará en la sombra creciente del recuerdo.



II



Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,

y quizás, poco a poco, dejaré de hacer versos,

bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,

de las desilusiones y los aburrimientos.

Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,

dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.



III



Acaso nos veremos un día, casualmente,

al cruzar una calle, y nos saludaremos.

Yo pensaré quizás: " Qué linda es todavía."

Tú quizás pensarás: " Se está poniendo viejo "

Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.

O tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.



IV



Y seguirá muriendo la vida, año tras año,

igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.

Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,

o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.

Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,

pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....



V



Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;

pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.

Yo ya te habré olvidado definitivamente

y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.

(Y quizás, para entonces, al cruzar una calle,

nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)



VI



Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,

las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.

Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,

te pasarás las horas bostezando y tejiendo.

Y cada primavera renacerán las rosas,

aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.


No comments:

Post a Comment