Tuesday, February 23, 2010


El lenguaje del abanico



Partes del contenido de este apartado ha sido proporcionadas cortésmente por elAbanico.com exclusivamente para su publicación en este sitio web.


El abanico, además de convertirse en un elemento indispensable en la indumentaria de una época, se constituye en un instrumento de comunicación ideal en un momento en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba totalmente restringida.


Cuando las damas del siglo XIX y principios del XX iban a los bailes eran acompañadas por su madre o por una señorita de compañía, con el fin de que éstas velasen por su comportamiento. Las señoritas de compañía eran muy celosas en el desempeño de la labor que se les encomendaba por lo que las jóvenes tuvieron que inventarse un medio para poder comunicarse con sus pretendientes y pasar desapercibidas.


Este objeto se convirtió en un auténtico parapeto de todo un repertorio que iba desde las sonrisas ingenuas, hasta auténticas declaraciones de enamorados .


Existían diferentes lenguajes del abanico pero todos ellos utilizaban como regla común la colocación del objeto en cuatro direcciones con cinco posiciones distintas en cada una de las cuatro. Con ese sistema se iban representando las letras del alfabeto.


Pero además de esa regla general, había ciertos gestos con significado ya conocido por todo el mundo, como pueden ser:



Sostener el abanico con la mano derecha delante del rostro: sígame.

Sostenerlo con la mano izquierda delante del rostro: busco conocimiento.

Mantenerlo en la oreja izquierda: quiero que me dejes en paz.

Dejarlo deslizar sobre la frente: has cambiado.

Moverlo con la mano izquierda: nos observan.

Cambiarlo a la mano derecha: eres un osado.

Arrojarlo con la mano: te odio.

Moverlo con la mano derecha: quiero a otro.

Dejarlo deslizar sobre la mejilla: te quiero.

Presentarlo cerrado: ¿me quieres?

Dejarlo deslizar sobre los ojos: vete, por favor.

Tocar con el dedo el borde: quiero hablar contigo.

Apoyarlo sobre la mejilla derecha: sí.

Apoyarlo sobre la mejilla izquierda: no.

Abrirlo y cerrarlo: eres cruel.

Dejarlo colgando: seguiremos siendo amigos.

Abanicarse despacio: estoy casada.

Abanicarse deprisa: estoy prometida.

Apoyar el abanico en los labios: bésame.

Abrirlo despacio: espérame.

Abrirlo con la mano izquierda: ven y habla conmigo.

Golpearlo, cerrado, sobre la mano izquierda: escríbeme.

Semicerrarlo en la derecha y sobre la izquierda: no puedo.

Abierto, tapando la boca: estoy sola

El abanico se convierte en un instrumento de comunicación ideal en un momento en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba totalmente restringida.

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