Monday, February 22, 2010

Ignacio Cervantes (1847-1905)



Es uno de los más notables compositores, pianistas y pedagogos del siglo XIX cubano. Nació en La Habana el 31 de julio de 1847 y falleció en esta misma ciudad el 29 de abril de 1905.


Recibió los primeros conocimientos de piano de su padre, continuándolos con otros profesores prestigiosos como Juan Miguel Joval y Nicolás Ruíz Espadero.


En 1865 ingresa en el Conservatorio Imperial de París bajo las enseñanzas de Antoine Francois Marmontel y Charles Alkan, y allí obtiene un año después el Primer Premio en el Concurso de Piano, al que sigue el de Armonía —que gana en 1867 y1868—, logros estos que confirman su virtuosismo y capacidad musical.


En la capital francesa ofreció conciertos y acompañó al piano a cantantes de renombre, entre las cuales sobresalen Cristina Nilsson y Adelina Patti, logrando la admiración de músicos connotados como Rossini, Liszt y Gounod.


En 1870 regresa a La Habana donde inicia una loable función en el medio artístico y social vinculándose a las luchas de independencia junto al violinista José White. Esto trajo como consecuencia que fuera expulsado de Cuba y radicara en los Estados Unidos, donde prosiguió dicha empresa.


Ya en 1879, regresa a su suelo natal y retoma la labor artística antes desplegada como intérprete de compositores románticos europeos. Asume también la dirección de orquestas en los teatros habaneros Payret y Tacón y se destaca como notable pedagogo al formar a discípulos como Eduardo Sánchez de Fuentes, quien luego se convertiría en un relevante músico.


Cervantes inició la creación de sus obras desde temprana edad. En su reperto se encuentran música de cámara, sinfónica, zarzuelas y una ópera, pero se destacó, sobre todo, por sus danzas para piano, en las cuales recoge la esencia de lo cubano.


Estas pequeñas piezas, escritas para dos y cuatro manos, se caracterizan por utilizar células rítmicas propias de la música popular cubana, y —por lo general— presentan un bitematismo que permite definir, de manera inmediata, dos partes contrastantes. El dibujo melódico, a su vez, se acerca a la canción criolla ya separada del virtuosismo operístico italiano.


Es significativo señalar el contrapunto musical que se establece entre ambas manos, pues el bajo armónico que aparece con frecuencia en el registro grave, se desarrolla como una melodía más que, enocasiones, suplanta la voz superior.

Selección de Obras:
Adiós a Cuba,
Los delirios de Rosita (danza para piano)
Los muñecos (danza para piano)
Picotazos (danza para piano)
No bailes más, (danza para piano)
Sinfonía en Do menor
Scherzo Capriccioso (obra orquestal)
Hectograph (obra orquestal)
El Submarino Peral (opereta)
Saltimbanquis (opereta)
Los muñecos (danza para piano)
Entre otras muchas, son representativas del repertorio pianístico cubano y su significación trasciende los valores musicales que encierran cada una de ellas, pues constituyen muestra de la estilización de elementos característicos de la identidad nacional.

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