Thursday, February 25, 2010

Belkis Cuza Malé, poeta, escritora, periodista y artista.

`Linden Lane': nuevo formato(Ultimo de una serie de tres)


Belkis Cuza-Malé fue y es la heroína de Linden Lane Magazine, publicada consecutivamente desde 1982 dondequiera que ella haya vivido: en Nueva Jersey, en Texas, en la Florida.

Nacida en Guantánamo, Cuba, y habiendo estudiado en la Universidad de Oriente, Belkis se fue a La Habana, donde comenzó enseguida a trabajar en periódicos, primeramente en Hoy, luego en Granma y más tarde en La Gaceta de Cuba. Se casó con Heberto Padilla en 1967 y le tocó estar encarcelada con él en 1971 por ``escritos subversivos''. Los libros que tenía publicados hasta ese entonces eran: El viento en la pared (1962), Los alucinados (1963), Tiempos de sol (1963) y Cartas a Ana Frank (1966). Su trabajo periodístico era también considerable. ``En Hoy estuve haciendo crítica de radio y televisión, con un seudónimo'', cuenta la escritora, ``cuando se acabó el periódico me mandaron para el nuevo periódico, Granma, donde hacía todo lo literario: entre otros entrevisté a Julio Cortázar, a Mario Vargas Llosa y a Alberto Moravia''. Pero después del año 71 fue silenciada.



Cuza-Malé se exilió con su hijo pequeño en 1979 y con sus gestiones pudo conseguir que Padilla saliera de Cuba, a pesar de que antes fue muy presionada a regresar a la isla por los funcionarios cubanos en Estados Unidos, porque estaba indocumentada. Su interés en la biografía creció en los años 70, y publicó más tarde lo que había investigado y escrito en Cuba, El clavel y la rosa: biografía de Juana Borrero (Instituto de Cooperación Iberoamericana en Madrid, 1984), sobre la poeta con la que se identificó espiritualmente. Le tradujeron al inglés Woman on the Front Lines, que incluye Juego de damas y El patio de mi casa (Greensboro: Unicorn Press, Inc., 1987) y Elvis. The Unquiet Grave or the True Story of Jon Burrows (1994). Publicó luego Juego de damas (2002) y La otra mejilla (ZV Lunáticas prólogo Grace Giselle Piney Roche, 2007).



El más reciente número de Linden Lane Magazine, correspondiente al Volumen XXVIII Nos. 1, 2, 3, 4 del 2009, en homenaje a la pintora cubana Carmen Herrera, que no ha sido reconocida hasta muy recientemente, es distinto en formato al estilo que prefería Belkis (``Yo escogí el del New York Review of Books''), que era tabloide, con papel de periódico, y el título en cursiva. La razón es el costo, porque ``ahora se imprime a medida que se encarga'', explica, ``en principio, hacía 3,000 ejemplares, se lo mandaba a las personas se suscribieran o no. Era un trabajo monstruoso que hacía yo sola, porque, como decía Flaubert: `Madame Bovary soy yo', y `Linden Lane soy yo'. Era hasta la `peistopista' (pegaba los cromos en las cartulinas); hace unos años aprendí a hacerla en la computadora. En Cuba, me pidieron mi primer diseño en los años 60 y pico: el disco del comandante Juan Almeida. ¡Y tuve que enfrentarme con ese hombre que dirigía el ministerio de las fuerzas armadas!''.



Linden Lane Magazine --de cuya historia tiene miles de anécdotas que saldrán publicadas en sus memorias-- tendrá distinto formato y papel satinado, pero sigue suscribiendo la misma política editorial: ``La idea es sobre todo que los escritores cubanos tengan un sitio'', afirma su creadora, ``que sus voces no se apaguen''.



• Poemas de su libro Juego de damas. destruido en Cuba en su edición de 1971, y luego publicado en USA EN EL 2002.


Biografía del poeta



Para la biografía del poeta,
olviden el verdadero tono con que hablaba,
sus amores de guerra,


los rasgos físicos
(ojos café, nariz sin suerte),
la vida en familia,
su fórmula para conseguir enemigos,
su asombro, su pereza, su virtud.
Olviden quien lo trajo al mundo,
en qué mes y en qué año se produjo la cosa.
Tengan en cuenta solamente
las ciudades en que no amó,
el tipo de mujer que despreciaba
y la influencia de William Blake en su persona



Metamorfosis griega


Safo no fue una mujer, ni un hombre.

En medio de la flora y la fauna de una ciudad griega
y ocupados los hombres en los hombres,
Safo dibujó un mar salado, una nave
y un barril de agua dulce.
Se hizo acompañar de su criada
y de puerto en puerto reclutó esclavos,
muchachos casi negros,
deseosos de hacer sentir el sexo.
Con alguno de ellos hizo una preciosa niña
que le ocupó el resto de sus días.

Nadie sabe cómo murió, porque ya vieja
cerró su casa a los curiosos.
La Historia asegura que envolvió su rostro
en un manto de seda y que luego de pronunciar
dos o tres frases inconexas,
se transformó en una mariposa,
que aún vive, que aún aletea
junto a la lámpara,
o sobre el sombrero de Proust.



Oh, mi Rimbaud


He aquí que Rimbaud y yo nos hacemos al mar
en un gran elefante blanco,
nos perdemos en la bruma inconsolable de unos ojos
y como colegiales reincidimos de pronto
en el amor.
Él me toma de la mano y la rechaza con un grito.
Luego,
se abandona a las aguas
y atraviesa otros mares y otros ojos
y se queda sin mí,
me regala la cabellera roja de sus sueños,
el pálido color de sus mejillas,
un espejo.

Cuando aminore la tormenta y su caballo descubra el camino,
volverá dueño y señor del vellocino de oro,
jovial y para entonces harto ya de mí.




.Su bello ensayo, Olor a Cuba. Escrito en Fort Worth, TX. Nov. 2000.

OLOR A CUBA
Por Belkis Cuza Malé
En la novela de Francisco Umbral Trilogía de Madrid, el protagonista --el autor, mejor dicho, porque Umbral es sin duda ambos--, habla todo el tiempo del olor que percibe, que parece perseguirlo por la ciudad, el olor del "arroz a la cubana''. ¿Un plato típico de Cuba que no conocemos? Pues no, Umbral está hablando del casero arroz blanco, con huevos fritos y plátanos maduros. ¿Lo están ustedes también oliendo ahora? Pues, según él, Madrid estaba inundado en una época de "arroz a la cubana'', esa maravillosa combinación que en parte les debe el mérito a los esclavos africanos, quienes fueron, se dice, los que trajeron de su tierra el hábito de freír los plátanos maduros.

¿Puede haber olor más cubano? Es tan dulce como su sabor mismo, y va dejando una grata estela de recuerdos. No se equivocaba Umbral al hablar de la intensidad de este olor esparciéndose por todo Madrid en una época en que los cubanos exiliados traían también en sus valijas sus olores más queridos. Los familiares y humanos. Como el rico olor a café recién colado, o el del humo del tabaco en la sobremesa. ¿Olores cubanos? Sí, el de la tierra húmeda tras un aguacero; el del viento que arrastra los residuos de los cañaverales quemados; el del jazmín del cabo en la noche de los bateyes; el del rocío oliendo a esencia del alma; el del frijol colorado y el frijol negro humeando en la cocina; el de la carne de cerdo asándose entre hojas de guayaba; el del mar salpicando la piel de La Habana; el del agua de violeta de los bebés; el de las sábanas almidonadas, azuleadas y planchadas de nuestras abuelas; el del limonero junto a la ventana, ahí en el patio; el de la suave ternura del agua de coco; el de los deliciosos postres que asocio a encajes, canela y vainilla: arroz con leche, natilla, flanes, mantecados, boniatillos, toronjas en almíbar. El de las frituras de bacalao, el de los moros con cristianos (con un apelativo tan ajeno a la cruenta historia)...

Los niños de Cuba, ahora en tierras del exilio, no han olvidado sus olores y sabores. Paula, mi nieta, llegó a mi casa hace unos días con una botellita escondida en su mochila, y un ruego: "Abuela, quiero que me hagas arroz con leche como el de la señora López. Te traje la vainilla''. La señora López, la vecina de mi nieta, se alimenta todavía con los olores traídos de Cuba, y a su vez alimenta a Paula con el espíritu de la isla.

¿A qué huele Cuba? Sí, huele diferente, supongo. Huele distinta al resto del Caribe y, por supuesto, al resto del mundo. Cuba huele a Cuba. A sol y arena. Huele a sus versos, a sus canciones. Huele a lo que huelen los colores de la vida. Huela a energía buena, a energía radiante. Huele a tierra negra y a tierra colorada. Huele a sazón con ajo y cebolla y ají. Huele a perejil sobre el pargo. Pero sobre todo, huele a recuerdos, a tafetanes y tules, a rosas disecadas entre los libros. Huele a Colonia 1800, a lavanda, a talcos, a romero para ennegrecer el pelo; huele a brillantina (¿Tres flores o Palmolive?) en el cabello de los hombres; huele a jabón Candado, a las coladas de la ropa; huele a añil, que es el olor del cielo.

Un día llegué a la puerta de una casa, acá en Fort Worth, donde me habían dicho que vivían unos cubanos. No lo sabía. Pero aún sin haber tocado, el olor que salía por las rendijas de puertas y ventanas no dejaba lugar a dudas. Era el olor de un maravilloso ajiaco. Luego que me presenté, comenzaron a llegar otros olores, como si la isla entera hubiese también entrado en aquella hermosa casita.

En épocas de cruenta escasez (el llamado "período especial'') la gente no podía vivir sin el jabón, el talco y el agua de colonia para los niños. Es histórica ya la anécdota de que hace unos pocos años los cubanos se bañaban con un jabón que se alquilaban entre sí. Y que a pesar de la falta de agua, siempre dejaban un cubo para bañarse. Inventores como son, los cubanos de la isla encontraron una fórmula a base de alcohol y de no sé cuántas otras cosas para combatir el olor a sudor. Parodiando al poeta, toíto lo perdonan los cubanos menos el olor a sudor. Y en general, el mal olor.

El exceso de celo por la limpieza, por oler bien, ha encontrado en Fidel Castro, sin embargo, la excepción a la regla. El peludo y barbudo tirano osó también no sólo romper con todas nuestras instituciones, sino con nuestra tradición más querida de gente amante del aseo. Si usted mira una de esas fotografías de los primeros años de la revolución, se encontrará con un gigantón sucio, con las greñas grasosas y despeinadas, la ropa ajada y el rostro trasnochado. De seguro oliendo mal.

Al menos, tenemos algo más que nos diferencia de él. Y quizás el olor, el olor a limpio, a sol, a luna, a cielo, a palma y a marpacífico de Cuba lo niegan también, como lo niegan ya todos los cubanos, para quien este engendro del mal sólo huele a carroña. ¿O será a cañandonga? ¿Se acuerdan de ese olor tan anticubano?

 

.El arte de esta extraordinaria mujer. Belkis Cuza Malé


Flor del desespero

acrilic on board

5.4" x 8"




"Flor del Mamey"

Belkis Cuza-Male, 2006

Acrilic on board, 5' X 7'



Flor del alma

Acrilic on board

5" x 7"
 
 
 
Sabila para la buena suerte

Acrilic on board

8" x 10"


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www.belkiscubanparadiseart.blogspot.com

www.lacasaazulcubana.blogspot.com

www.belkiscentrodeesperanza.blogspot.com

4 comments:

  1. Honor que me haces, mi querida Dinorah. Muy lindo el Chiffonier de mi abuela.

    Te deseo muchos éxitos en esta labor cultural que nos honra a todos los cubanos.

    Muchas gracias y bendiciones,
    Belkis

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  2. Belkis, me ha encantado visitarte en esta esquina
    nueva que tiene mucho encanto, mucho espíritu de
    esfuerzo ante nuestra historia.
    Eres un faro, un camino.
    Bendiciones

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  3. Dinorah, Belkis. Gracias por seguir creyendo en la poesía.

    Besos para ustedes,

    CGO

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